Hacéme un lugar a tu vuelta sin tomarle espacio al regreso y sin ponerle peso a tu mochila.
Dame un espacio cerca de la guitarra, ahí junto a las especies para acceder a antojo y sin apuro. Sin fecha límite.
Hacéme un espacio que (nos) sirva de paréntesis,
Que (nos) de unos días, unas semanas sin descanso sin alterar tu retorno ni mi permanencia.
Hacéme un espacio que te sirva de salida aun cuando estás volviendo...
Hacéme un espacio que me afloje la estadía cuando empiezo a salir...
volver y marcharse están cargados de la misma ilusión y en ambos casos significan un inicio. En ambas toca mitigar la anticipación.
Todo lo demás se marcará una vez en el camino, en el lugar que cada quien encuentre sin 24, 25 o 27 boludeces insensatas e irresponsables pero hechas de forma que sobrepasan el asombro del buen gusto. Comida para acomodar el alma desde el zoológico de las emociones, desde la miel y la melcocha, desde el sudor, el agua, el resorte y las almohadas.
Te hago un lugar en la hamaca, en la cocina y en el agua,
Que te sirva de salida cuando estás volviendo,
Te hago un espacio que me afloje la estadía cuando por fin me decido a salir.
Por ahí nos vemos,
En cualquier lugar en algún espacio, por mientras te digo presente continuo y te sonrío.
ACO/Mayo 2016.
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